jueves, 18 de octubre de 2012

En espera

Sigo esperando... ya ni sé que espero. Quizás espero, simplemente, que todo esto llegue a un estado de normalidad. Con normalidad me refiero a esa rutina de la vida en la que sigues haciendo las cosas sin estar a la expectativa de una fatalidad, una normalidad en la que el devenir de los días fluye, con todo y todo, con todo y bipolaridad. Espero que un día se vuelva cotidiano estar en el ahora, cuidarse del estrés, cuidarse de seguir sanos, y que cuando llegue una crisis, sea transitoria, como la transición de los días de lluvia que a veces pasan, pero que uno ya sabe qué hacer y no se derrumba el mundo por unos chubascones.

Mi homeópata me dijo que debo aprender a reaccionar como una mujer de los años que tengo y no como una niña pequeña y asustada. Eso me hizo caer de talones sobre la tierra, porque andaba flotando lívidamente. Entonces lo supe: si no hubiera sido esta "bipolaridad", hubiera sido algo más (mi hermano esquizofrénico, mi familia quebrantada, mi imposibilidad para adaptarme a este lugar tan agreste...). La vida causa sufrimiento y debo aprender a asimilar y a acoger ese sufrimiento con entereza, sin que me desmorone. 

Algunos tienen suerte, otros no. Pero lo cierto es que Teo y yo tenemos mucha suerte: hemos hecho de nuestra vida lo que hemos deseado, alcanzamos metas importantes, nos reencontramos en el camino, nos enamoramos y nos amamos. Materialmente no nos falta nada. Me gusta mucho y lo disfruto tanto como él me disfruta... Pero, a veces, después del accidente, Teo no sabe cómo estar bien con todo y todo; y a veces, después del accidente, yo tengo mucho miedo de que Teo se vaya a convertir en otra persona, una que me violente o que me abandone.

"El accidente". Así le hemos llamado a ese día en que Teo se intoxicó de marihuana y se puso maniaco. Luego lo atiborramos de olanzapina y valproato. Ahora no sabemos, ni su psiquiatra lo sabe, si Teo no está bien por "el accidente", por estar dopado de "eutimizantes" o porque después de esa crisis de manía se destapó la bipolaridad. 

Así que hasta no saberlo, la normalidad no se asienta en nuestras vidas. No sé si apoyarlo para descubrir la verdad o si insistir en que se apegue a la idea de que es bipolar. 

No sé qué hacer, porque yo, como el psiquiatra, como su familia, dudamos, quizás porque queremos dudar.