lunes, 10 de diciembre de 2012

Evolución

El día que Teo le avisó a su psiquiatra que había reducido la dosis del Epival a la mitad, el psiquiatra le dijo que ya llevaba dos meses con los índices terapéuticos por el suelo, así que de nada servía que lo siguiera tomando. Aunque el doctor no estaba completamente de acuerdo, le dijo "Teo, estás muy bien" y le dio cita en un par de meses.
El cambio no fue tan evidente como cuando le quitaron el Zyprexa. Pero, ciertamente, los episodios "incómodos" fueron menguando hasta casi desaparecer. 

En resumen la evolución de Teo ha sido la siguiente:

Semana 0: tras un par de semanas de mal dormir y mucho trabajo, comportamiento irritable y energético, Teo explotó en manía después de fumar mariguana. La noche 1, fue una pesadilla en la que alucinó ser Buda; el día 2, después de volver a fumar, se estrelló en su auto con actitud frenética, ganas de huir e ideas desproporcionadas; el día 3, fuimos al psiquiatra y él me avisó que Teo estaba sufriendo un cuadro agudo de manía; el día 4, Teo fue aislado y medicado.

Semana 1: La hospitalización. Teo no estuvo propiamente en un hospital, pero sí al cuidado de dos enfermeros por turno, aislado y medicado. El tratamiento fue desde el principio Epival + Zyprexa, al principio, con unas dosis de caballo. Los medicamentos parecía que no le hacían ni cosquillas. Bueno, lo tumbaban de sueño y dormía plácidamente unas cinco horas diarias. 
Se levantaba alegre, dicharachero, bromista y, conforme iba atardeciendo, se iba poniendo irritable, mandón, inquieto y desesperado por salir. Su memoria era un lío, se le olvidaba todo y no tenía muy buena noción del tiempo. Su mente estaba hecha trizas, no podía pensar, estaba sedado y confundido. 
Se me rompe el corazón cada vez que pienso en todo el daño que pudimos haberle hecho atiborrándolo de todos esos fármacos. Pero parecía ser lo correcto.

Semana 2: La paciencia se nos iba acabando y estuvimos a punto de mandarlo a un psiquiátrico de verdad. El psiquiatra nos pidió paciencia y Teo fue mejorando. Poco a poco tomó conciencia de que lo que había pasado no había sido una Epifanía, no había tenido un episodio de iluminación, ni su ser se había elevado a ningún plano trascendente. 
El tiempo que estuvo así no soportaba a ciertos miembros de su familia. Tan sólo verlos le producía ataques de rabia. El psiquiatra inició con la psicoterapia, comenzaron a trabajar en la toma de conciencia de su trastorno y en controlar su rabia.

Semana 3: El cuadro de manía se acabó. El psiquiatra estableció nuevas dosis. Estaba desesperado por volver a su vida y volvió a casa. No quiso escuchar a nadie cuando le aconsejamos que se tomara un tiempo de vacaciones, quizás un año sabático. Tenía toda la disposición y energía para trabajar, aunque su cerebro todavía no funcionaba muy bien, por la alta dosis de medicación que recibía.

Semana 4: El estabilizador comenzó a hacer efecto y Teo se sentía francamente mal. Le costaba mucho trabajo levantarse y su cuerpo se rendía al sueño sin que él lo quisiera. Comenzó a trabajar, pero el cerebro no le daba para concentrarse. Para ese entonces ya había hecho conciencia de lo que había pasado, de lo que había hecho, de algunas de las consecuencias, de la situación en la que ahora se encontraba.

Mes 2: Lucha contra los efectos secundarios. Teo era un zombie plano. Comenzó con la homeopatía y la yoga. Pero en su trabajo ya no rendía. Yo temía que se tratara de una depresión, pero él decía estar bien, pero jodido del organismo, sin pasión por la vida, chato. 
Ese mes yo tuve un cuadro de depresión que quizás estaba proyectando en Teo.

Mes 4: Le redujeron el Epival y el Zyprexa. Lo del Zyprexa fue notable. Nos fuimos de vacaciones y estuvimos "bien". Aunque Teo ya no estaba zombie, seguía sin pasión, chato. Comenzó a hacer conciencia sobre los cambios que sentía en su capacidad intelectual. También comenzaron ciertos episodios de ansiedad, opresión en el pecho, la "incomodidad" que lo paralizaba a intervalos durante el día.

Mes 5: Retirada del Zypreza. Nuevamente el cambio fue muy notable. Se hizo un perfil tiroideo que indicaba cierto "hipotiroidismo". En general fue un buen mes. La "incomodidad" casi desapareció y poco a poco el trabajo fue fluyendo mejor. No obstante, la conciencia, ahora plena, sobre sí mismo, sobre lo que le había pasado lo hizo sentirse inseguro. Expresaba no ser el mismo, tener problemas para tomar decisiones, para poder desempeñarse en su trabajo.

Mes 6: Atacó el estrés. El trabajo le presentó un proyecto complicado. No se sentía listo y comenzó a manifestar inseguridad en sí mismo. Volvió la "incomodidad" aunque más leve. Comenzó la psicoterapia con una psicóloga, con poca fe, pero algo de esperanza.

Mes 7: Reducción del Epival a la mitad y posterior abandono del tratamiento farmacéutico. La "incomodidad" tuvo sus vaivenes. Momentos de temor de no estar bien. Deseos de huir del trabajo, de dedicarse a criar cabras en la montaña. Se sentía incapaz, inseguro y con poca confianza en su desempeño. El estrés lo atacaba y la "incomodidad" se presentaba. Tenía miedo de estar pensando demasiado. No obstante, las cosas, orgánicamente, iban mejor.

Mes 8: Ha tenido unos pocos problemas para dormir como piedra, pero nada de que preocuparse, por el momento. Quizás se deba a que no ha podido llevar su terapia yogui, por culpa del trabajo. Tuvo un problema fuerte en su trabajo y temía que eso lo fuera a alterar, pero no fue para tanto. 
Hubo un logro: pudo identificar claramente qué era lo que le producía esa "incomodidad", era la angustia ante situaciones en las que tenía que tomar una decisión importante. Darse cuenta de eso, le dio el control de las cosas. La seguridad en sí mismo se vio reconfortada. El ánimo le ha mejorado. La "incomodidad" ya casi nunca se presenta.


No sé que pasará ahora sin la medicación. Todos estamos atentos a un posible episodio, pero también seguimos con nuestras vidas, nos damos un respiro. Teo y yo hemos pensado que, independientemente del TB o no, el trauma, el estrés postraumático es lo que le produce la "incomodidad" o ansiedad. Es el miedo de volver a perder el juicio, de no poder ser capaz de discernir las cosas apropiadamente, de haber perdido ciertas facultades ejecutivas.