miércoles, 9 de octubre de 2013

Yo soy yo, él es él

La vida va cobrando otra normalidad, una que no conocía antes de la manía de Teo, una que incluye un deseo constante por alcanzar una tranquilidad plena. Cuando la manía de Teo aún me resonaba en la piel, los primeros meses, pensaba que nunca sería capaz de volver a tener paz, sobre todo si continuaba a lado de Teo, y estaba dispuesta a sacrificar esa tranquilidad por estar a su lado, porque lo amo mucho. Luego me di cuenta que, por mucho amor que le tuviese, sin serenidad mis nervios se iban a quebrantar y con ellos mi amor por Teo. Así que comencé una búsqueda, una búsqueda por respuestas de todo tipo, pero sobre todo, una búsqueda por mi paz. 

Tuve que cambiar muchas ideas, romper con muchos paradigmas, reestructurarme. Tuve que comprender que mi paz no depende de Teo y que yo puedo estar bien independientemente de si es bipolar o no. Yo soy yo, él es él...

Así, cultivando mi paz en solitario, he descubierto que, así como la mariguana desencadenó una crisis de manía en Teo, la manía de Teo desencadenó una crisis en mí: algo que estaba latente desde hace muchos años, una urticaria que nunca sanó. La falta de paz estaba ahí, latente, desde siempre, sólo que había aprendido muy bien a hacerme la fuerte sin serlo de verdad. 

La manía de Teo me mostró esos aspectos de mí misma que aún no han madurado y me dio la oportunidad de crecer, de volver sobre mis malos pasos y rehacerlos con zapatos buenos, sin trampas de caminata a flote del suelo. La manía de Teo me mostró nuevas posibilidades de ser yo. He tenido que vencer muchos miedos, pero creo que lo estoy logrando.

p.d. Teo sigue estable.