lunes, 28 de mayo de 2012

Cómo prevenir una depresión en Teo y no morir en el intento

Últimamente Teo tiene serios problemas con el sueño: duerme, duerme, duerme.

A pesar de que Teo es más bien una persona dinámica y activa, siempre ha tenido muy poca tolerancia al sueño; es decir, que no se lo aguanta para nada, lo mismo con el hambre y el aburrimiento. Si tiene sueño, se echa a dormir, así sea en medio de una fiesta o un centro comercial en plena rutina de compra; si tiene hambre, es capaz de comerse unos Doritos ¡ya! para sentir la panza llena, aunque queden sólo quince minutos para estar en su restaurante favorito; si está aburrido, simplemente se va, sin importarle que parezca una grosería o alguien se sienta herido. Siempre ha sido así: o cero o uno y punto. Hace años eso me sacaba de quicio, con el tiempo tuve que tomar una decisión: o lo amo así o lo dejo ir.

No obstante, ahora el sueño es crítico. No es capaz de quedarse despierto más allá de las 20h y, si fuera por él, dormiría fácilmente hasta las 10h y tomaría siestas cada dos horas. Al principio pensé que se trababa de los efectos secundarios de la medicación (ahora que lo pienso, le pasa lo mismo con el hambre). Pero me pregunto si no se tratará del tan temido "bajón". ¿Cómo saber si no es una depresión?

Además del sueño, Teo se queja constantemente de desgano físico, le cuesta subir las escaleras de casa, le han aparecido "dolorcillos" por todas partes: la espalda, los hombros, las muñecas. Él insiste en que no, no tiene nada, son los malditos medicamentos, no se siente "triste". No obstante, observo un desinterés en él por cosas que antes disfrutaba. Por ejemplo, ayer fuimos a una reunión familiar y no quiso jugar con sus sobrinos como siempre. Había dicho que se moría de ganas por ver a su ahijada y, al final, la ahijada pululó olvidada de su nino. No tiene iniciativa por hacer nada y, si ha vuelto a trabajar, es porque sabe que es su deber. También, me ha referido varias veces "querer cambiar de vida", cuando bien sé que esta vida, la de ahora, es la que siempre había querido tener. Pero cada vez que apelo a que medite sobre si no se tratará de una depre, me acusa de preocuparme de más, de verle a todo cara de clavo con un martillo en la mano (porque, según él, estoy demasiado metida en esto de que es bipolar o algo así; como si el que hubiera querido morirse –al pensar que las reglas de la física y la vida eran otras– fuera cosa de nada).

La cosa es que ese desgano me frustra bastante y a veces me entran crisis de desesperación y frustración que me derrumban o me enfurecen.

Pienso en tres posibilidades:

a) Que todo sea efecto de los medicamentos. En tal caso, me desespera que Teo no tome cartas en el asunto, ni haga esfuerzos, ni se discipline, ni tenga mejor actitud en lugar de quejarse constantemente. Luego pienso que soy una egoísta y que quizás no sea capaz de entender el malestar que le causan los efectos secundarios.
b) Que sea efecto de una depresión. En tal caso, me desespera que no acepte su condición, que no sea más auto reflexivo, que no me escuche ni se apoye en mí. Luego pienso que soy injusta y poco inteligente al no buscar más y mejores estrategias para ayudarlo.
c) Que sea, simplemente, su personalidad. En tal caso, realmente me molesta su actitud, su falta de consideración, porque bien sabe que su sueño me afecta en más de un sentido (tengo que postergar o anular compromisos y aficiones por "atender" a sus "necesidades" de sueño). Luego pienso que yo ya sabía que Teo es así.

En fin, estoy en un vaivén de sentimientos encontrados, no sé si asustarme, enojarme, contenerme, ocuparme u olvidarme de Teo un rato.

Cualquiera que sea la razón de su sueño, debo entender una cosa: la libertad de Teo termina cuando mi libertad se ve afectada. Debo poner mis límites, saber hasta dónde llegar como compañera, hasta dónde puedo dar en función de mi propia salud y bienestar, sin ser egoísta. Y está bien saber eso, pero una cosa es saberlo en teoría y otra, saber cómo demonios llevarlo a cabo.

Más de una ocasión, sobre todo cuando Teo tenía todavía manía, quise salir corriendo, tirar la toalla, decir “este fue un chico que conocí en un supermercado y punto”. Esos días pasaron y finalmente recobré el valor para seguir amando a Teo… Pero me cuesta, me cuesta mucho entender esta relación ahora, ¿es la misma que antes?, ¿es equitativa?, ¿debo esperar menos de Teo?, ¿qué promesas hechas inicialmente seremos capaces de mantener?, ¿podremos seguir amándonos después de todo?

Por lo pronto he decidido:
i. Que seguiré indagando con cautela si Teo no está viviendo una depresión, pero pediré ayuda a la red familiar, a su psiquiatra y a mi doctora.
ii. Que trabajaré sobre mis límites (con mi doctora y con ayuda de la yoga y la autoreflexión), sobre lo que me mantienen feliz y saludable y trateré de ser mejor persona sin sobrepasarme.
iii. Que hablaré con Teo sobre las dudas en torno a nuestra relación, porque ante todo, somos dos.

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